Público/Ana Delicado
La jueza argentina María Servini postergó la declaración del exministro franquista, que estaba agendada para este lunes.
El 9 de septiembre iba a ser una de las fechas más significativas y trascendentales para las víctimas y querellantes de la única causa del mundo que investiga los crímenes de la dictadura española. Por primera vez en la historia, un imputado por los delitos de lesa humanidad que se perpetraron bajo el amparo franquista iba a ser interrogado ante la justicia argentina.
Pero la jueza María Servini decidió retrasar la declaración indagatoria del exministro de la Transición Rodolfo Martín Villa, prevista para este lunes. La magistrada es también jueza en el fuero electoral, y Argentina incursiona desde este sábado en la campaña política que culminará en los comicios generales del 27 de octubre.
“El motivo que aduce Servini para postergar la fecha es que al tener competencia en lo electoral, y habiendo elecciones en octubre, se superponían mucho las fechas, y más que nada el trabajo”, explicó a Público el abogado Gerardo Caviglia, integrante del equipo jurídico que desde 2018 incorporó distintas querellas al expediente original. “En función de eso, aplazó la situación de Martín Villa para el 11 del mes de diciembre, lo que también es una fecha conflictiva para Argentina porque es un día después de la asunción del nuevo presidente”, advirtió.
El propio abogado de Martín Villa apeló la decisión de la jueza, pues el exministro franquista y su letrado ya habían comprado los billetes para viajar a Buenos Aires. Pero la magistrada rechazó el recurso y confirmó la prórroga de su declaración indagatoria. “Esperamos que Martín Villa pueda venir en diciembre y no se postergue nuevamente, aunque yo tengo dudas de que se pueda concretar en esas fechas”, observó Caviglia.
Martín Villa ha manifestado su intención de declarar ante Servini. Afirma que no ha cometido ningún delito, por lo que no ha querido ampararse en la Ley de Amnistía de 1977 ni en una supuesta prescripción de los delitos.
Ministro entre 1975 y 1981, y vicepresidente del Gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo hasta 1982, Martín Villa es uno de los quince acusados que sigue vivo de los 20 imputados originales reclamados por la jueza Servini en octubre de 2014.
El exfuncionario es investigado por los conocidos «sucesos de Vitoria» de marzo de 1976, que constituyó la mayor matanza ocurrida durante la Transición. Cinco trabajadores fueron asesinados durante una represión policial en la capital alavesa mientras él ejercía como ministro de Relaciones Sindicales, cargo que ocupó entre diciembre de 1975 y julio 1976.
Martín Villa también debe responder por seis homicidios cometidos durante otros operativos policiales cuando dirigía el Ministerio de la Gobernación –después renombrado como de Interior–, cartera que tenía bajo su órbita a las Fuerzas de Seguridad del Estado.
Como ministro de Gobernación, Martín Villa dirigió la represión de la denominada Semana Pro Amnistía que tuvo lugar entre el 8 y el 15 de mayo de 1977 en el País Vasco y en Navarra, a raíz de la cual fallecieron un veterano luchador antifranquista, Rafael Gómez Jáuregui, y el joven José Luis Cano Pérez.
La jueza también achaca al exministro franquista las muertes de José María Zabala Erasun, asesinado por un guardia civil en septiembre de 1976; de María Norma Menchaca, que falleció el 9 de julio del mismo año a manos de un grupo parapolicial; y de Arturo Ruiz García, asesinado por un grupo de ultraderechistas en enero de 1977.
Por último, este hombre de 84 años será interrogado por la masacre que tuvo lugar durante los Sanfermines el 8 de julio de 1978, cuando las Fuerzas de Seguridad dispararon sobre una multitud en la plaza de Toros de Pamplona y mataron a un joven llamado Germán Rodríguez, además de herir a otras 150 personas.
El exministro fue imputado en el expediente desde un comienzo por «homicidio con la circunstancia agravante de haber sido cometido con el concurso premeditado de dos o más personas», un delito que en Argentina está penado con prisión perpetua.
En la querella que denuncia lo sucedido en los Sanfermines está acusado de homicidio agravado, mientras que en otras querellas individuales que se incorporaron con posterioridad al caso se le imputan los delitos de privación ilegítima de la libertad, torturas y lesiones graves.
La investigación de Servini abarca el período comprendido entre el 17 de julio de 1936, fecha del golpe cívico-militar del dictador Francisco Franco, y el 15 de junio de 1977, cuando se celebraron las primeras elecciones democráticas.
Nuevas declaraciones testimoniales
Aunque ha postergado el interrogatorio de Martín Villa, Servini recibió este viernes a otra de las víctimas que ampara la querella. Felisa Echegoyen, una militante antifranquista también conocida como Kutxi, describió ante la jueza argentina las torturas que sufrió a manos de otro de los imputados en la causa, el expolicía franquista Antonio González Pacheco, más conocido como Billy el Niño.
Kutxi estuvo acompañada en todo momento por Paqui Maqueda, presidenta de la asociación ‘Nuestra Memoria’ y querellante en la causa por la desaparición de su bisabuelo, Juan Rodríguez Tirado. Maqueda fue parte de una delegación de casi 30 víctimas del franquismo que a finales de 2013 viajó desde España a Buenos Aires para denunciar los crímenes de lesa humanidad de la dictadura.
Maqueda y Kutxi presentaron este jueves en uno de los principales teatros públicos de Buenos Aires, el San Martín, el premiado largometraje El Silencio de Otros, que narra la fuerza de voluntad de las víctimas de la dictadura en la búsqueda de justicia para sus familiares represaliados. Una sala conmovida ovacionó la proyección del documental dirigido por Almudena Carracedo y Robert Bahar, a la que asistieron integrantes de Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora y Abuelas de Plaza de Mayo.
Una de sus integrantes más reconocidas, la activista Taty Almeida, quiso mandar un mensaje para todos los que aguardan justicia desde España. “No bajen los brazos, sigan insistiendo, que la justicia va a llegar”, aseguró. “Cuando estén un poco caídas, digan bien fuerte: si las Madres pudieron, por qué no nosotras”. Fue entonces cuando todos los espectadores se unieron en un solo grito para recordar que las víctimas del franquismo y los 30.000 desaparecidos que dejó la dictadura argentina (1976-1983) están presentes “ahora y siempre”.