No pudimos contener las lágrimas cuando Luis Eduardo Aute nos cantó,
él solo, a capela, esa maravillosa canción “Al Alba”, en el cuarenta
aniversario de los últimos fusilamientos de la dictadura franquista.
Ahora no podemos parar las lágrimas y el dolor que nos produce la muerte
de Aute.
Ha muerto Aute a los 76 años de edad, en medio de esta maldita
pandemia que nos impide rendirle un multitudinario homenaje, por ser
como era y por todo lo que nos ha dejado. Cantautor, director de cine,
escultor, escritor, pintor y poeta. Editó más de 30 discos en solitario,
lo que hacen más de 400 canciones en más de cincuenta años de actividad
artística. Solo eso bastaría para hacernos una idea de la
monumentalidad de su figura.
Bucear hoy por internet para rebuscar la huella de Aute ha sido un
verdadero placer. Escuchar una vez más las canciones de su disco
recopilatorio AUTORRETRATOS ha supuesto un bálsamo contra la tristeza de
tantos abandonos, el suyo y el de otros amigos como nuestro compañero
Chato.
Críticos, entendidos y expertos habrá que puedan ahondar en todo lo
que Aute nos ha legado en cada una de sus múltiples facetas artísticas. Y
seguro que esos estudios, valoraciones y opiniones nos serán de mucho
gozo, utilidad y provecho. Pero yo quiero resaltar su solidaridad con
todas las luchas habidas en estas tierras, luchas por las libertades y
por la mejora de las condiciones de vida de la mayoría. Estuvimos en su
casa en septiembre de 2015 para pedirle que participara con nosotros en
el Homenaje que queríamos hacer a Humberto, José Luis, Ramón, Ángel y
Txiki, en el 40 aniversario de sus asesinatos, no solo nos dio su
incondicional y desinteresado apoyo, sino que además nos brindó una
afable tarde en la que hablamos de todo y nos hizo partícipes de algunos
de los proyectos en los que estaba trabajando.
Aute nos deja entre otras cosas el retrato poético de una época
siniestra, los últimos años del franquismo. Como decía en su canción
“Aleluya”, de su primer disco editado en 1966:
“Una llaga que no cierra,
Los caprichos de la guerra,
El silencio cuando grita,
Una tierra que palpita…”.
Los caprichos de la guerra,
El silencio cuando grita,
Una tierra que palpita…”.
O también, en “Rosas en el mar” nos cantaba: “voy pidiendo libertad y no quieren oír”.
Aute nos decía que no nos conformáramos con lo que había y en “De tripas, corazón” añadía que:
“Corren tiempos
de vivir al paredón
y habrá que hacer, mujer,
de tripas, corazón” (…)
de vivir al paredón
y habrá que hacer, mujer,
de tripas, corazón” (…)
“Soñemos, mujer,
para estar despiertos
entre tantos muertos
dispuestos a la acción…”
para estar despiertos
entre tantos muertos
dispuestos a la acción…”
Y además, Aute nos deja perlas como aquello de: “Que no, que no, que el pensamiento no puede tomar asiento”.
Pero sobre todo no nos olvidamos que compuso la canción “AL ALBA”. En
1975, después de los cinco asesinatos del 27 septiembre. Aquella
canción la escuchábamos en la cárcel, una y otra vez, cantada por Rosa
León. No sabemos por qué pasó la censura franquista, lo cierto es que la
ponían en muchas emisoras de radio. Después de la muerte del dictador,
la propia Rosa León, arriesgando su pellejo, dedicaba la canción a los
condenados a muerte. Y fue a partir de ahí que quedó vinculada a los
últimos fusilamientos de la dictadura. “Al Alba” siguió creciendo y se
ha convertido en un himno contra la barbarie de una dictadura criminal, es
una de las canciones mas versionadas y de obligado recuerdo en casi
todos los festivales que se realizan por cualquier reivindicación y muy
particularmente en cualquier acto por la memoria histórica.
Los versos con los que Aute compuso “Al Alba” nos acompañarán
siempre. Nos acompañaran a los millones de personas, de todas partes del
mundo que la hemos tatareado alguna vez, entre lágrimas, solos o
acompañados. Y hoy, una vez más. dejadme que la recuerde en memoria de
Luis Eduardo Aute y en memoria de Humberto Baena, José Luis
Sánchez-Bravo, Ramón G. Sanz, Ángel Otaegui y Juan Paredes Manot.