FꓤANCISCO JAVIER ЯODRÍGUEZ AMOЯÍN

Anekdotas o lapsus na razón.

12 abr 2021

Entrevista a Manuel Blanco Chivite.

Uno de aquellos condenados, de los que conmutaron la pena de muerte fue Manuel Blanco Chivite, periodista, escritor y editor que hoy habla para nosotros. Nos concede esta entrevista que transcribimos.
–Ante todo, gracias Manuel por tu amabilidad, que aprovecho a hacer extensivo el agradecimiento a nuestra común amiga, Violeta Valdor. ¿Qué te salva? ¿A qué le debes la vida? Porque en el juicio patraña todos sois tratados igual.
-En ese momento, en los cuatro consejos de guerra celebrados en España, los últimos de una larga serie de consejos de guerra que jalonaron la dictadura, se sentenciaron once penas de muerte y se llevaron a cabo por gatilleros voluntarios cinco. Los seis que vimos la pena conmutada por la de treinta años de prisión, fue producto, según la prensa franquista, de un detalle benevolente del régimen y sus turiferarios.
-¿Eras consciente al dar el paso de la militancia en el FRAP, del riesgo? y si es así ¿Qué le hace a un joven jugarse la vida porque si algo estaba claro en aquellos días es que hasta repartiendo pasquines se podía perder la vida?
-Vivir es jugarse la vida. Hoy en día salir a la calle con o sin mascarilla, ir al trabajo, coger el autobús, acudir a un restaurante es jugarse la vida. Cuando estábamos esperando la celebración del consejo de ministros que decidiría a quién mataban y a quién no, nos permitían, por separado y durante quince minutos al día, salir al patio de la galería de aislamiento; recuerdo que, en una ocasión, vi la hoja de un periódico en el suelo. Daba la noticia de un accidente de tráfico en el que habían muerto tres jóvenes veinteañeros. Es posible que esos muchachos hubiesen escuchado o leído la noticia de nuestras condenas. Quizás iban o venían del trabajo; quizás iban al chalé de sus padres en la playa. Seguro que no se imaginaron que podrían morir antes incluso que quienes fueron fusilados. ¿Les mereció la pena morir?
Luchábamos por algo, bajo una dictadura sangrienta, cualquier policía, cualquier guardia civil podía matarte impunemente en un intento de manifestación, en una huelga, o realizando una pintada, como ocurría con harta frecuencia; luchábamos para que eso, precisamente, acabase y esa lucha traía consigo enfrentamientos y riesgos, detenciones y torturas. Pero si hoy tenemos algo de libertad fue por las luchas aquellas, porque conseguimos que el miedo se estableciese también en sus filas.
–Usted pertenece a LA COMUNA, asociación de presxs y represaliadxs del franquismo. Tuve el gusto de conocer, escuchar varias veces, y casi diría gozar de su amistad, a Chato Galante, y conocí de cerca la lucha enconada por hacer justicia, por la Memoria, por hacer un relato verídico de aquellos años ¿Cómo recibe que se considere insulto la pertenencia a la lucha antifascista y por el contrario se condecore y admire a consumados cómplices de la dictadura?
-El insulto de un fascista (ultraderechistas se les llama delicadamente ahora), de alguien cómplice de la dictadura o de los señoritos que se beneficiaron de ella o de sus descendientes, es una excelente señal. Por aquello de que ladran, luego cabalgamos.
 
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