Hay alguien en la tele que piensa lo que tú piensas. Cafés y diazepam. Una mano negra dentro de millones de pechos. Ansiedad y horas extras. Dicen que la culpa es tuya porque has vivido por encima de tus posibilidades. Dicen que se acabó la fiesta. El mismo vagón de metro, las mismas mañanas, los mismos años. Entrar y salir de noche de un taller, de una oficina, de una obra, de una fábrica. Una generación entera sacada de las escuelas para enyesar pisos hechos para endeudarles de por vida. Una generación entera traicionada por Felipe, abroncada por Anguita y decepcionada con la vida.
Sospechas en la mente y mentiras en la tele. Rabia frente a un fresadora, frente a un ordenador o frente a una máquina registradora. Te dijeron que si te esforzabas no tendrías los mismos callos en las manos que tu madre y que tendrías más tiempo que tu padre. Y te mintieron. Hay alguien que rabia en la tele como tú rabias. PSOE engañando, el PP robando e IU abdicando. Las plazas gritando y el Congreso ofreciendo pasteles como en Versalles.
Los círculos, las asambleas, los brazos al aire y las manos sosteniendo cartones con frases que después serán leyes. Gente con carné y gente sin carné de partidos rotos pero todos con sueños destrozados, gente que se había implicado, gente que nunca se había manifestado, gente con pasado, gente sin pasado, pero todos sin futuro. Jóvenes sin nada y mayores con muy poco pero queriendo dejar algo.
Ya sabes que conducir un Audi a plazos, que tener un móvil grande, que irte en verano a la Riviera Maya a crédito y que pagar un piso 25 veces más caro que lo que pagó tu abuelo no te hace clase media. Ya sabes que lo de hacerte autónomo porque tu jefe te lo pidió no fue para ayudarte, sino para esclavizarte. Ya sabes que aquel señor tan majo del banco que te decía siempre que no había problema ya no te coge el teléfono cuando los hay. Ya sabes que mientras pasaste y no hiciste política, otros no pasaron y la hicieron por ti. Y contra ti.
Hay alguien en la tele que sabe lo que tú sabes. Las editoriales de La Tuerka, las tertulias de Cintora, los debates de LaSexta, las elecciones europeas del milagro, las elecciones de ilusión y del sorpasso, Vistalegre y las peleas, la condena eterna de la izquierda, las elecciones incomprensibles contra todo. Partido-banco, corbatas finas y trajes caros, Rivera creyéndose César de la derecha sin saber que quien le pagaba le quería de Brutus de la izquierda, Sánchez ganando, Sánchez muriendo y Sánchez resucitando. Sánchez Dos Caras. Felipe, PRISA y el Ibex perdiendo.
El independentismo catalán analizado como el parlamentarismo en Tombuctú. Coalición. 4 años, 4 Ministerios. Americanas grandes para grandes cargos vacíos que amordazan en un atril. Hay alguien que dice lo que tú dices en la tele. Pandemia. Memes y muertes en el whatsapp. Fatalismo y frivolidad. Calles que son la película del fin del mundo de tantos domingos por la tarde. Supermercados abiertos como diques de un caos barnizado. Mascarillas que sorprenden por la calle como un suéter roto o un peluquín barato. Autobuses vacíos de ida y vuelta. Sirenas de ambulancia, hierba en el asfalto y riders repartiendo hamburguesas.
Los mismos sacos de dormir tras los pilares del mismo puente. Hasta en un mundo de gente confinada en sus casas hay gente sin casa. Señores con 20 medallas en el pecho hablando de guerras y soldados en mitad de una pandemia sin medios en una tele sin voz. Ya casi nadie habla de lo de Suiza y el rey. Dimisión y Madrid. Puerta grande o capilla. No entender que este es un juego en el que algunos jugamos con reglas de otros. Al parchís se juega con dados y no con piezas de ajedrez. Yolanda lo entiende. Ayuso gana porque conoce al árbitro y al público. La izquierda se ríe en Twitter, la derecha vota en urnas. Dimisión y epíteto. La política no cansa, cansan los partidos. Y hay políticos que son tan grandes que no caben en varios partidos.
Hay alguien que hace lo que tú haces en la tele. Siete años que parecen siete eras.
Ese alguien siempre fue Iglesias.
Nunca nos llevamos del todo bien porque nunca nos entendimos del todo bien. Pero qué le vamos hacer... es que somos de izquierdas.
Pablo Iglesias, respeto eterno.
Sospechas en la mente y mentiras en la tele. Rabia frente a un fresadora, frente a un ordenador o frente a una máquina registradora. Te dijeron que si te esforzabas no tendrías los mismos callos en las manos que tu madre y que tendrías más tiempo que tu padre. Y te mintieron. Hay alguien que rabia en la tele como tú rabias. PSOE engañando, el PP robando e IU abdicando. Las plazas gritando y el Congreso ofreciendo pasteles como en Versalles.
Los círculos, las asambleas, los brazos al aire y las manos sosteniendo cartones con frases que después serán leyes. Gente con carné y gente sin carné de partidos rotos pero todos con sueños destrozados, gente que se había implicado, gente que nunca se había manifestado, gente con pasado, gente sin pasado, pero todos sin futuro. Jóvenes sin nada y mayores con muy poco pero queriendo dejar algo.
Ya sabes que conducir un Audi a plazos, que tener un móvil grande, que irte en verano a la Riviera Maya a crédito y que pagar un piso 25 veces más caro que lo que pagó tu abuelo no te hace clase media. Ya sabes que lo de hacerte autónomo porque tu jefe te lo pidió no fue para ayudarte, sino para esclavizarte. Ya sabes que aquel señor tan majo del banco que te decía siempre que no había problema ya no te coge el teléfono cuando los hay. Ya sabes que mientras pasaste y no hiciste política, otros no pasaron y la hicieron por ti. Y contra ti.
Hay alguien en la tele que sabe lo que tú sabes. Las editoriales de La Tuerka, las tertulias de Cintora, los debates de LaSexta, las elecciones europeas del milagro, las elecciones de ilusión y del sorpasso, Vistalegre y las peleas, la condena eterna de la izquierda, las elecciones incomprensibles contra todo. Partido-banco, corbatas finas y trajes caros, Rivera creyéndose César de la derecha sin saber que quien le pagaba le quería de Brutus de la izquierda, Sánchez ganando, Sánchez muriendo y Sánchez resucitando. Sánchez Dos Caras. Felipe, PRISA y el Ibex perdiendo.
El independentismo catalán analizado como el parlamentarismo en Tombuctú. Coalición. 4 años, 4 Ministerios. Americanas grandes para grandes cargos vacíos que amordazan en un atril. Hay alguien que dice lo que tú dices en la tele. Pandemia. Memes y muertes en el whatsapp. Fatalismo y frivolidad. Calles que son la película del fin del mundo de tantos domingos por la tarde. Supermercados abiertos como diques de un caos barnizado. Mascarillas que sorprenden por la calle como un suéter roto o un peluquín barato. Autobuses vacíos de ida y vuelta. Sirenas de ambulancia, hierba en el asfalto y riders repartiendo hamburguesas.
Los mismos sacos de dormir tras los pilares del mismo puente. Hasta en un mundo de gente confinada en sus casas hay gente sin casa. Señores con 20 medallas en el pecho hablando de guerras y soldados en mitad de una pandemia sin medios en una tele sin voz. Ya casi nadie habla de lo de Suiza y el rey. Dimisión y Madrid. Puerta grande o capilla. No entender que este es un juego en el que algunos jugamos con reglas de otros. Al parchís se juega con dados y no con piezas de ajedrez. Yolanda lo entiende. Ayuso gana porque conoce al árbitro y al público. La izquierda se ríe en Twitter, la derecha vota en urnas. Dimisión y epíteto. La política no cansa, cansan los partidos. Y hay políticos que son tan grandes que no caben en varios partidos.
Hay alguien que hace lo que tú haces en la tele. Siete años que parecen siete eras.
Ese alguien siempre fue Iglesias.
Nunca nos llevamos del todo bien porque nunca nos entendimos del todo bien. Pero qué le vamos hacer... es que somos de izquierdas.
Pablo Iglesias, respeto eterno.