Público /Manuel Ollé y Jacinto Lara
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Esta semana se ha cumplido un año desde que se produjo el fallecimiento de nuestro querido Carlos Slepoy, de nuestro querido Carli.
Abogado infatigable, riguroso, con vastos conocimientos, firme defensor de los derechos humanos, referente nacional e internacional en la lucha contra la impunidad, amigo y compañero. Con una personalidad arrolladora y seductora, sonrisa permanente, generosidad infinita, capacidad para empatizar con todas aquéllas personas que han sido despojadas de sus derechos más elementales, Carlos nos ofrece una lección, visión y ejemplo permanente de resistencia, rebeldía e inconformismo.
Ha resultado inevitable durante este tiempo que su ausencia se haya transformado en una presencia constante y en un lugar común con el que nos podemos identificar.
Emociona comprobar las sucesivas muestras de cariño, respeto y reconocimiento hacia su persona que se han venido sucediendo en estos últimos tiempos en diferentes ámbitos e instancias, tanto nacionales como internacionales. Sus fotografías se exhiben por las Madres de Plaza de Mayo en Buenos Aires. Y es que su impronta y su saber hacer deja una huella indeleble.
Escasamente dos meses después de su fallecimiento, en el mes de junio del año pasado, presentamos en los Juzgados de Madrid una querella criminal contra uno de los miembros de la Brigada Político-Social franquista, Antonio González Pacheco –Billy el Niño-, por un delito de torturas en un contexto de crímenes contra la humanidad. La presentación pública de la querella criminal fue uno de esos innumerables momentos en los que la presencia de Carlos Slepoy emergió, pues sin su trabajo en defensa de las personas que habían sufrido graves violaciones de derechos humanos hubiera resultado prácticamente imposible el ejercicio de dicha acción en los términos en los que finalmente se ejercitó; tal y como previamente había acontecido con otros procedimientos que, en virtud del principio de justicia universal, se habían tramitado para la investigación y enjuiciamiento de crímenes internacionales cometidos en Argentina, Chile, Guatemala o España.
Los aportes de Carlos Slepoy al Derecho Internacional de los Derechos Humanos y al Derecho Penal Internacional son incalculables, sumamente valiosos y hoy son un referente.
Así que convivir con la presencia de Carlos Slepoy resulta imprescindible para caminar hacia un mundo mejor. Pero aún estando muy presente, le añoramos.