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Pedro Sánchez crea una dirección general para reactivar la Ley de Memoria Histórica
El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Almería ha sido nombrado para dirigir la Memoria Histórica en el Gobierno de Pedro Sánchez
La Memoria Histórica es parte central de su labor investigadora: “Conocer la verdad” es la máxima garantía de no repetición de la barbarie fascista, explica
El franquismo fabricó “una memoria distorsionada y maniquea” trasmitida entre generaciones que la democracia debe tumbar con políticas de Estado y símbolos como sacar a Franco del Valle de los Caídos
Juan Miguel Baquero / 29/06/2018 – 20:24h
Cuando Fernando Martínez entró de lleno en el estudio del movimiento obrero almeriense no sabía que estaba abriendo, de par en par, la puerta que le llevaría a la Memoria Histórica. Décadas después, la labor investigadora es una guía vital para el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Almería. Y, ahora, un paso más tras ser nombrado como Director General de Memoria Histórica por el Consejo de Ministros del Gobierno de Pedro Sánchez.
Fernando Martínez López (Vélez-Blanco, Almería, 1949) subraya, en conversación con eldiario.es Andalucía, que el nuevo Ejecutivo está preparado para cambiar de veras el rumbo del país en la consecución del deber de Estado con las víctimas del franquismo. Para “asumir ese liderazgo” necesario en el camino de la verdad, justicia y reparación. O a la hora de sacar a Franco del Valle de los Caídos e ilegalizar las fundaciones fascistas de España.
El nuevo departamento entra a formar parte del organigrama del Ministerio de Justicia de Dolores Delgado para dar un impulso y asegurar el cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica de 2007. El coste de la dirección general ascenderá a 69.407 euros, según ha informado el Gobierno.
El catedrático es también secretario de Memoria Histórica del PSOE y, como tal, fue uno de los responsables de la reforma de la ley memorialista que vetó el Gobierno de Mariano Rajoy. En su carrera política ha sido alcalde de Almería (entre 1991 y 1995) y concejal la legislatura anterior. Entre 1993 y 1995 ocupó la presidencia de la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP) y fue representante de los ayuntamientos españoles en la Cámara de Poderes Locales y Regionales del Consejo de Europa (1993-1996).
En el ámbito universitario sigue siendo director de cursos de verano en la Universidad Complutense de Madrid y en la Universidad Internacional de Andalucía. Y ha sido profesor invitado en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París (Francia) y en la Universidad Carlos III de Madrid.
Memoria para cerrar “las heridas de España”
La Memoria Histórica la define como un proyecto común del que extraer varias claves: una, “las heridas en España se cerraran cuando se abran las fosas comunes”. Dos, el franquismo ya creó “una memoria distorsionada y maniquea”. Y tres, “conocer la verdad de lo que ocurrió” es la máxima garantía de no repetición de la barbarie del fascismo.
Y reivindica, además, la Ley de Memoria Histórica como el impulso a “nuevas políticas”, caso de las exhumaciones con rigor científico de las fosas comunes del franquismo. El historiador almeriense es uno de los más reputados académicos andaluces.
Una forma de entender el olvido colectivo es razonar las bases sobre las que se sustenta la desmemoria. Y para eso sirve el siguiente párrafo. “Hay quienes piensan que la Memoria Histórica trata de abrir heridas y que se debe de pasar página. Creo sinceramente que las páginas antes de pasarlas hay que leerlas y que las heridas en España se cerraran cuando se abran las fosas comunes y se puedan entregar los restos a sus familiares para que les den digna sepultura”, en palabras de Fernando Martínez.
Para entender el olvido colectivo
Un análisis certero que conecta con la necesidad de abrir el melón educativo. “Nuestra gente joven deben conocer la verdad de lo que ocurrió como máxima garantía de que no vuelva a repetirse”. Se trata de la “única manera de construir una sociedad que mire al futuro en el marco de la concordia, reconciliación, convivencia, cultura de Paz y respeto a los derechos humanos”, explica el catedrático de Historia Contemporánea.
Para cimentar esta apuesta social se hace imprescindible la investigación universitaria, una implicación del mundo académico que no siempre ha sido un ‘deber’ asumido. “Sin embargo, cada vez es mayor el interés científico por este periodo, del que hay muchísimas publicaciones en Andalucía”, apunta. A la decisión personal, e incluso contracorriente, se suma ahora el “componente profesional” e incluso el “moral y ético” que empuja cada vez a más historiadores a “dar a conocer a la sociedad andaluza la verdad de lo que ocurrió en este período tan significativo de nuestra historia”.
Y el historiador habla con conocimiento de causa en el país que sigue sembrando una semilla equívoca. “Hay mucha gente que me dice que nunca llegaron a estudiar esta época. Se obviaba el estudio de este periodo para evitar problemas. El miedo y el terror que se había sembrado durante el franquismo no solo dejó huella sobre nuestros padres sino que también marcó sociológicamente a una parte de nuestras generaciones”. Una tendencia “que está desapareciendo” y ayuda a que los jóvenes “empiecen a identificar a Franco como un dictador”.
La propia labor de Martínez López arrancó con un perfil específico. “Inicié mis investigaciones preocupándome por el estudio del movimiento obrero”, recuerda, un paso que le acercó pronto “al análisis de la II República Española”. El inicio de la democracia, el republicanismo almeriense del siglo XIX y una figura, Nicolás Salmerón.
De los movimientos sociales y “el obrerismo socialista” a los estudios sobre Memoria Histórica que han centrado “los últimos 15 años” de indagaciones. Con “tres grandes proyectos” que enumera: “ Las actuaciones de las Comisiones de Incautación de Bienes y de los Tribunales de Responsabilidades Políticas en Andalucía, la masonería andaluza del siglo XX y la represión franquista, y en estos momentos llevamos más de cinco años trabajando sobre El exilio de los republicanos andaluces”.
Del Mapa de Fosas y las cifras del terror
Fernando Martínez es también coordinador del Mapa de Fosas de Andalucía y tiene claro, asumido ese prisma del terror fascista, “que las heridas en España se cerraran cuando se abran las fosas comunes y se puedan entregar los restos a sus familiares para que les den digna sepultura”. La cartografía de la tragedia andaluza ha sido un trabajo realizado con “varias asociaciones de memoria histórica” y con la “supervisión final de profesores de las distintas universidades andaluzas bajo mi coordinación”, expone el catedrático.
Las cifras del terror en suelo andaluz son enormes, representando casi un tercio del total nacional. “La represión física en Andalucía alcanzó en cuanto a fusilamientos a 66.128 personas, de ellas 57.413 víctimas de la represión franquista y 8.715 víctimas en zona republicana”, cita. De otro lado está la represión económica, que rompe la vida “a cerca de 60.000 andaluces y andaluzas”, además de las depuraciones profesionales. “La más conocida es la del magisterio y supuso apartar total o parcialmente de su trabajo docente al 18% de los escalafones de maestros y maestras”, especifica.
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¿Y por qué la estrategia genocida del fascismo se ceba con la comunidad andaluza? Lo explica el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Almería. “La represión franquista en Andalucía fue durísima, especialmente porque fue una región muy vinculada a las ideas reformistas y modernizadoras de la II Republican y votó mayoritariamente a las izquierdas durante el periodo republicano. La derecha andaluza empezó a perder su hegemonía social y cuando tuvo la oportunidad de resarcirse actuó con toda su crudeza contra las bases sociales y políticas del movimiento obrero y las organizaciones de izquierda desarrollando una violencia física de exterminio que queda perfectamente reflejada en la saña de los bandos de Queipo de Llano”.
De ahí la importancia del “movimiento social” de los derechos humanos, la denominada Memoria Histórica, que ha situado la cuestión “en la agenda pública y social y no va a parar hasta que se produzca la reparación integral de las víctimas” del franquismo. “Se trata de un problema de dignidad democrática nacional”. Como máximo responsable memorialista del PSOE Federal, partido ahora en el Gobierno de España, asegura un nuevo rumbo que olvide la estrategia del “cero euros” de Mariano Rajoy y sepa enfrentar los retos que puede desbloquear el Ejecutivo de Pedro Sánchez.
Una visión que entronca con la respuesta que exigen a España los organismos internacionales humanitarios. “Nulidad de los tribunales de excepción y sus sentencias, creación de una Comisión de la verdad, liderazgo del Estado a la hora de impulsar las políticas de búsqueda de los desaparecidos forzosos y de los bebés robados, creación de un banco Nacional de ADN y de un censo nacional de víctimas, un nuevo impulso a la retirada de la simbología franquista, apertura de todos los archivos…”.
La lista de objetivos venía en la proposición de ley vetada por el PP y Ciudadanos en el Congreso y queda completada con la punta simbólica del iceberg de la dictadura: Francisco Franco. Un tema “que hay que resolver después de tantos años de democracia”. Y eso significa “el traslado del dictador fuera del Valle de los Caídos” y convertir el mausoleo faraónico levantado con trabajo esclavo “en un Centro Nacional de Memoria, impulsor de la cultura de la reconciliación, la memoria colectiva”.