Los dueños del porno.
Extramuros en Efecto Doppler:Columna sonora sobre actualidad internacional en Radio 3.El porno se ha convertido en un bien de consumo normalidad. En noviembre del año pasado, la página de vídeo pornográficos Pornhub consiguió ser la séptima web más visitada del planeta. Recibió más de 5000 millones de visitas por parte de mil millones de usuarios. Pornhub compite con los grandes campeones de internet: Google y Youtube, Facebook, Instagram y Whatsapp. Y X, antigua Twitter ahora con nombre erótico. El top six pertenece a tres empresas estadounidenses: Alphabet, Meta y Musk. Pornhub es propiedad de un fondo de inversión. Y su jefe es un rabino canadiense. El sexo mercancía tiene la aprobación de Yahvé, o sea, del capital. Pornhub es propiedad de un fondo de inversión y su jefe un rabino canadiense. El sexo mercancía tiene la aprobación de Javé, o sea, del capital. El porno no se llama porno en la industria y mucho menos en la puritana anglosajonia. El nombre aceptado es portales web con contenidos para adultos. Aunque tienen muchos nombres los controlan dos grandes holdings. Aylo, el propietario de Pornhub y WGCZ, dueño de Xvideos o Bangbros. Esta última empresa tiene sede en Chequia, donde las productoras estadounidenses se fueron a rodar cuando cayó el muro de Berlín: chicas guapas y baratas. La libertad del capitalismo convirtió a Praga en la capital mundial del porno. La otra es la red global, o sea, cada una de nuestras habitaciones. El porno contemporáneo no necesita grandes producciones. Basta una webcam. Onlyfans es la referencia del autoporno. Enseñar los genitales o mantener relaciones sexuales en streaming o grabado genera un negocio automático para quien lo practica con éxito. Blac Chyna consigue 20 millones de dólares al mes y Bella Thorne, once. Son las que más. Pero ninguna gana tanto como el dueño de la plataforma. Se llama Leonid Radvinsky, y en el último año fiscal obtuvo cerca de 500 millones de dólares en dividendos. Radvinsky contribuyó con once millones de esa fortuna al lobby pro-israelí de Estados Unidos nada más iniciarse el genocidio de Gaza. El porno cumple con el canon de la plusvalía y alimenta la trinidad de la conquista y el saqueo: guerra, sexo y oro. El porno lleva medio siglo en las estanterías del supermercado global. Antes vivía en la sordidez, pero la película Garganta Profunda lo sacó de esos callejones en 1972. El título se hizo tan popular que Woodward y Bernstein nombraron así al confidente que les contó los secretos del Watergate. Linda Lovelace se hizo estrella, aunque luego renegó. Se consideró violada y se convirtió en activista contra el porno y la prostitución. En la serie The Deuce, David Simon retrata el ambiente de la época, con tensiones entre puteros, mafiosos, feministas y policías en una Nueva York sucia y en crisis. El capitalismo ha terminado resolviendo sus contradicciones, convirtiéndonos a todos en pornógrafos. Víctor García Guerrero en Extramuros. |


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