Nicolás Sánchez-Albornoz:”Que el Valle de los Caídos desaparezca por la acción de la naturaleza”
Cuarto poder/Sato Díaz
Entrevista al preso político y fugado del Valle de los Caídos
·El nuevo Gobierno estudia sacar los restos del dictador del mausoleo de Cuelgamuros
Nicolás Sánchez-Albornoz (Madrid, 1926) es una de esas personas cuya historia personal es un reflejo de la historia colectiva de este país. Ahora que el nuevo Gobierno se plantea la exhumación de los restos de Francisco Franco y sacarlos del Valle de los Caídos, hablamos con quien en agosto de 1948 protagonizó una fuga junto a su compañero Manuel Lamana, huyendo del destacamento penal de Cuelgamuros, donde cumplía condena realizando trabajos forzados por participar en un intento de reconstrucción de la Federación Universitaria Escolar. Es el único preso del Valle de los Caídos que se conoce vivo hoy en día.
Sánchez-Albornoz es especialista en la historia económica de España y en la social de América Latina. Tras escapar de su cautiverio, se exilió en Argentina y luego en Nueva York. En ambos lugares fue profesor universitario. También se le ha concedido el grado de doctor honoris causa en las universidades Autónoma de Barcelona o Carlos III de Madrid, entre otras. El que fue el primer director del Instituto Cervantes, recogió en Cárceles y exilios (Anagrama, 2012) sus memorias de lo que vivió entre 1936 y 1975. También ha escrito numerosos artículos. Atiende a cuartopoder.essin disimular su felicidad porque se saquen los restos del dictador del mausoleo pero escéptico con los planes del Gobierno para después, para el monumento.
— El Gobierno estudia remodelar la Ley de Memoria Histórica para sacar los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos. ¿Cómo valora esta iniciativa?
— Creo que es una decisión muy positiva y llega en un momento que pienso que es el apropiado para que pueda salir la medida sin dificultad. Desde el punto de vista político, las mayorías han cambiado y ahora habría una mayoría en el Parlamento dispuesta a esta medida. Por lo demás, la resistencia del partido que se ha estado oponiendo hasta ahora a esto es más difícil por la bancarrota que ha sufrido. También tengo la impresión de que a la alta jerarquía de la Iglesia esta vez entiende que no le conviene dar la batalla por la permanencia del significado del Valle de los Caídos. Hay una serie de circunstancias nuevas que permiten que una larga reivindicación de amplios sectores de la sociedad, entre los que me incluyo, tenga éxito. No sé cuál será el resultado final, pero la situación anterior me parece que ya no va a poder ser prolongada.
— Un lugar para la cultura de la reconciliación y la memoria colectiva democrática, para reconocer a las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura. Esto es lo que propone el PSOE. ¿Es un buen fin para el Valle de los Caídos? ¿Qué propondría usted?
— Creo que hay muchas posibilidades y esta es una. Yo pienso en otra solución que resulta de una circunstancia accidental. La gente no sabe, no es público, que el Estado se ha seguido gastando mucho dinero en la restauración del monumento, que se está viniendo abajo. Por lo pronto, tendría que ser la primera medida, que no se gaste más dinero en mantener esas edificaciones. Por más que se le redefina, siempre va a quedar un halo de lo que ha sido durante todos estos años. Yo no vería mal el dejar que el Valle de los Caídos desaparezca por la acción de la naturaleza. La naturaleza, por sí misma, no se ha acomodado al destino que se le ha dado al valle, así que dejémosla hacer.
— Albert Rivera, de Ciudadanos, ha propuesto que se convierta en un “cementerio nacional”, “donde estén todos y dé igual el bando en el que nacieran”. ¿Qué le parece esta propuesta?
— Esto es influencia de lo que en Estados Unidos se ha hecho de establecer cementerios militares por las bajas sufridas en las guerras sin distinción de religiones, grados o lo que sea, Arlington. Además, hay cementerios americanos por Francia, Alemania, etc… Cosa que está bien, pero resulta que esto se podría haber hecho desde el principio, pero no se hizo, por lo que ahora lleva un tinte particular que me parece que chirría.
— ¿Se pueden igualar a las víctimas con los perdedores?
— Lo primero que hay que hacer para las víctimas del bando perdedor es recuperar los cadáveres que están en las cunetas. Cuando se recuperen todos esos cadáveres, ya se pensará dónde enterrarlos de una manera honorable. Lo que no puede ser es que se entierren a los de un bando, que están perfectamente localizados, y los otros sigan dispersos por las cunetas de España. No hay igualdad. El problema es que después del Franquismo no se ha tratado de establecer una relación equitativa entre los dos bandos.
— Se cumplen 40 años de la Constitución y sigue el dictador en el mausoleo. ¿Cómo se explica esto fuera de España?
— Es increíble y, además, es la vergüenza y el hazmerreír del mundo y Europa en particular. La Europa democrática tendría que haber tomado medidas antes. Es una vergüenza, en el resto de Europa, que también ha tenido sus dictadores, no se han levantado monumentos equivalentes.
— ¿Cómo valora la actitud del PSOE durante estos años en relación con la Memoria Histórica y el reconocimiento a las víctimas del Franquismo?
— Una actitud muy débil. Habría que reconocer dos etapas. La primera etapa de la Transición en la que, incluso, el PSOE no tuvo por prioridad la recuperación de la memoria y de las víctimas, se dedicó, porque era un pedido social de esa época, a tratar de mejorar la posición de España con la entrada en Europa, las relaciones internacionales, mejorar las condiciones de vida de los españoles… No le otorgaron prioridad, pero, claro, han pasado 40 años y esa prioridad nunca cambió. Yo creo que, en los últimos años, la población española, que de alguna manera participó en esa actitud, porque no hubo una presión social que obligara al PSOE a adoptar una posición más activa, ha cambiado.
La actitud actual surge al ver que la derecha franquista que ha estado en el poder hasta ahora, en vez de tomar la iniciativa de borrar diferencias, se ha empeñado en ahondar las diferencias y mostrar que ellos eran los vencedores. La sociedad ha reaccionado contra esta arrogancia y ha puesto sobre la mesa sus exigencias: queremos a los familiares que están todavía en las cunetas o los cementerios, queremos identificarlos… Cuando este movimiento social tomó vuelo, la reacción del Gobierno del PP fue presupuesto cero. Esto ha cabreado a la gente y anima la presión para que estas cosas se corrijan.
— En el año 1948 estuvo cuatro años preso en Cuelgamuros, trabajando en la oficina durante la construcción del Valle de los Caídos. Siempre ha dicho que vio cómo funcionaba un sistema corrupto. ¿Cómo funcionaba esa corrupción?
— Yo estaba en la oficina y tenía a mi cargo muchas de las tramitaciones. Por lo pronto, en cuanto a la alimentación había un sistema corrupto. La Dirección General de Prisiones tenía que enviar alimentación para que los presos sobrevivieran y tenía asignadas cinco pesetas de aquella época para la alimentación por preso. Es decir, una vez al mes un camión de la Dirección General de Prisiones descargaba una serie de alimentos, aceite, garbanzos, lentejas, etc. Lo que se podía observar es que esos camiones venían cargados con las cantidades asignadas, pero no se descargaba todo, volvían semillenos. Se estaba hurtando la comida de los presos.
¿Para qué? El destino, no consta, pero todo el mundo hablaba, de que era el estraperlo de Madrid. En esta época había un abastecimiento insuficiente de la población y bajo cuerda se conseguían otros alimentos a precios desorbitados. ¿De dónde salían estos? Me temo que de los destacamentos penales y, también, de los cuarteles. Había un sistema de explotación de la capacidad de supervivencia de los presos. Eso era tolerado porque los funcionarios del destacamento se beneficiaban, pero no todo era responsabilidad de ellos, que seguramente respondían a una mafia que vendría de la Dirección General de Prisiones y de los que se hacían cargo de la venta del estraperlo de Madrid. Todo un sistema corrupto al que le atribuyo importancia porque el sistema de mandar a trabajar a los presos para hacer monumentos, que de por sí es monstruoso, venía agravado por la explotación, no sólo en el trabajo, sino también en la supervivencia.
Por lo demás, hay que agregar que los presos políticos estaban arrendados a empresas privadas. En Cuelgamuros había tres destacamentos que respondían a tres empresas privadas: una, a la construcción del monasterio; otra, a la excavación de la cripta; la tercera construía los accesos y la explanada. El Estado cobraba a cada empresa 10 pesetas y 50 céntimos por día trabajado por preso, el Estado se beneficiaba, no sólo les hacía trabajar sino que además hacía negocio. Esas 10,50 pesetas servía para la alimentación, por ese conducto hacía pagar a los presos su propia alimentación. Esos 10,50 pesetas se ingresaban en una cuartilla que, por acumulación, se entregaba al preso el día que fuera liberado. Era una cantidad ridícula.
— Parece que la derecha española y la corrupción siempre se han llevado bien. Hace poco tiempo caía un gobierno condenado por corrupción…
— Y lo que no ha salido todavía. Es una cuestión heredada, la corrupción viene en el ADN de la gente que ha alimentado al PP.
— ¿Se sabrá algún día cuánta gente que murió en el Valle?
— En la construcción del Valle hubo muertes. Hay cierta documentación, que me parece que está en la Fundación Francisco Franco, que reconoce 14 muertos, es lo que familia Franco reconoce. En el tiempo que yo estuve no vi que hubiera ningún muerto, pero es probable que hubiera más. Aparte de eso, nadie cuenta otra fuente de mortalidad. En la excavación de la cripta, para horadar el granito, se hacía a través de explosiones. Esas explosiones levantaban polvo. Los presos, claro, no tenían mascarillas ni nada. El polvo de las explosiones, como en las minas de carbón, se respira y produce enfermedades. Puede haber habido decenas o cientos de presos que han muerto después de ser puestos en libertad por la silicosa que adquirieron en la construcción. Esos no aparecen en la contabilidad y es una cifra muy difícil de saber.
— Y, ¿se sabrá cuántas personas hay allí enterradas?
— Tienen distinta procedencia. Por un lado, los del bando franquista que fueron llevados allí por una razón o por otra. Después, los republicanos que fueron enterrados también allí. Hubo un decreto del gobierno de Franco pidiendo a los gobernadores civiles que trajeran cadáveres, a muchos los habían fusilado. Conozco el caso de un pueblo de Ávila, los falangistas hicieron una matanza y lanzaron los cuerpos a un pozo. El gobernador, pasados los años, sacó del pozo los cuerpos y los mandó a Cuelgamuros. El hijo o el nieto de uno de ellos saben lo que pasó y está reclamando que le devuelvan los restos del familiar. Precisamente, esto último ha provocado recientemente un pleito que consiguió que un juez de El Escorial diera orden de que se devolviera el cadáver a una familia aragonesa que lo pidió. Dictó la sentencia y el monasterio se niega a cumplirla. Parece que ahora hay también alguna posibilidad de que este cuerpo sea entregado a la familia.