Carl Bergstrom, coautor de Contra la charlatanería.
“Hoy es más difícil detectar las mentiras elaboradas porque están adornadas con gráficos, porcentajes y jerga científica”
El biólogo evolutivo Carl Bergstrom y el científico de datos Jevin West empoderan al lector para que sea capaz de reconocer a un vendehúmos aunque se oculte tras una maraña de cifras. El problema, según ellos, es que pensamos erróneamente que los datos no mienten y que si alguien los enseña dice la verdad.
.../... Cuando pensamos en desinformación pensamos en que las vacunas te vuelven magnético, pero también hay mucha en ciencia que a menudo pasa inadvertida, como el p-hacking —una forma de torturar los datos hasta que estos dicen lo que quieres—. La ciencia podría funcionar mejor si abordáramos cómo la desinformación entra y se perpetúa de forma sutil.
.../... Si el periodismo de datos muestra unas gráficas interactivas sobre la efectividad de las vacunas piensas que tienen que estar bien, pero estas cosas son sutiles y complicadas. Si un periodista juega con números y estadísticas reduce nuestra disposición a cuestionar esos datos. Si cuenta una historia es más fácil decir que algo no suena bien, pero parece que no podemos discutir con los números. En realidad sí se puede: necesitamos educar para que la gente sepa hacerlo.
Esta desventaja es mi argumento en general sobre los números y todo lo que parece inevitable y repetible, que viene directo desde la naturaleza, sin subjetividad. Atribuimos más autoridad a los números de la que merecen porque no entendemos lo maleable que es la recogida de los datos y su interpretación.
.../... ¿hacia dónde cree que nos dirigimos este invierno?
La respuesta es que no lo sé. En absoluto. Y eso es algo muy importante de decir para nosotros los científicos. Explicar al público que hay mucha incertidumbre y temas importantes para los que no tenemos respuesta porque no tenemos suficientes datos y porque hay factores aleatorios.
El biólogo evolutivo Carl Bergstrom y el científico de datos Jevin West empoderan al lector para que sea capaz de reconocer a un vendehúmos aunque se oculte tras una maraña de cifras. El problema, según ellos, es que pensamos erróneamente que los datos no mienten y que si alguien los enseña dice la verdad.
.../... Cuando pensamos en desinformación pensamos en que las vacunas te vuelven magnético, pero también hay mucha en ciencia que a menudo pasa inadvertida, como el p-hacking —una forma de torturar los datos hasta que estos dicen lo que quieres—. La ciencia podría funcionar mejor si abordáramos cómo la desinformación entra y se perpetúa de forma sutil.
.../... Si el periodismo de datos muestra unas gráficas interactivas sobre la efectividad de las vacunas piensas que tienen que estar bien, pero estas cosas son sutiles y complicadas. Si un periodista juega con números y estadísticas reduce nuestra disposición a cuestionar esos datos. Si cuenta una historia es más fácil decir que algo no suena bien, pero parece que no podemos discutir con los números. En realidad sí se puede: necesitamos educar para que la gente sepa hacerlo.
Esta desventaja es mi argumento en general sobre los números y todo lo que parece inevitable y repetible, que viene directo desde la naturaleza, sin subjetividad. Atribuimos más autoridad a los números de la que merecen porque no entendemos lo maleable que es la recogida de los datos y su interpretación.
.../... ¿hacia dónde cree que nos dirigimos este invierno?
La respuesta es que no lo sé. En absoluto. Y eso es algo muy importante de decir para nosotros los científicos. Explicar al público que hay mucha incertidumbre y temas importantes para los que no tenemos respuesta porque no tenemos suficientes datos y porque hay factores aleatorios.