FꓤANCISCO JAVIER ЯODRÍGUEZ AMOЯÍN

Anekdotas o lapsus na razón.

5 oct 2021

En ocasiones, quienes inician una guerra ni aun ganándola son capaces de acabarla.

Por Manuel Blanco Chivite – Betulia Rotten.
El "Cuartel general del generalísimo" (así se denominaba sin miedo al ridículo) en su comunicado dado en Burgos el 1 de abril de 1939 y firmado por "El generalísimo Franco" afirmaba "La guerra ha terminado".
Y surge la pregunta, ¿había terminado realmente? ¿Se acaba realmente la guerra cuando a la misma sucede una dictadura? ¿No es la dictadura la continuación de la guerra por medios igualmente militares y represores y por voluntad única de quienes se dieron por vencedores?
Quienes desencadenaron la guerra, con afán y voluntad de exterminio y deseo y necesidad de reducir a sumisión mediante el terror a los sobrevivientes, mantuvieron esa misma guerra, en forma de dictadura primero y de monarquía pactada tras la desaparición del dictador. El espíritu de dominio y los instrumentos del mismo no se alteraron y permanecen todavía hoy, tanto en las estructuras básicas del Estado como en los partidos que permanecen en el ámbito ideológico del franquismo y de su herencia monárquica, fieles a la memoria del dictador y sus secuaces. Cabría preguntarse por qué.
Platón nos dio hace ya unos años una pequeña pista: "los males de las guerras civiles no terminan mientras los vencedores no dejen de mostrar su rencor con batallas, destierros y ejecuciones y de vengarse de sus enemigos..." Ya, me señala un vecino algo pelma e insistente: pero ¿por qué?
Intentaremos responder a nuestro vecino con un poco de literatura, para no resultar tan pelmas como él. Con el debido permiso, acudo al poemario en prosa e inédito de otro de mis vecinos: "Guerras y paces en tiempo de guerra" y selecciono estas dos aportaciones.

POSDATA. Politólogos, economistas, historiadores y teólogos del momento parecen haber llegado, según informaciones recibidas de fuentes solventes tras poner a punto esta colaboración, a una conclusión casi, casi, casi, definitiva: no acaban la guerra porque para hacerlo deberían haber matado a todos los vencidos, que a fecha actual y según un afinado balance militar, se elevarían a la cifra de 26 millones de fusilados. Todo lo cual plantearía un grave problema, apuntado con mucho acierto por la patronal más encumbrada: si los matamos a todos, ¿quién va a trabajar? Se dice que tan inquietante pregunta salvó a no pocos de la muerte tras el famoso "la guerra ha terminado" del Generalísimo citado al principio que murió, como todos sabemos, sin haberla terminado.

 
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