Partido-movimiento.
Por Juan Carlos Monedero.
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Podemos necesita ir hacia el modelo exitoso en los años 70 en Alemania (que aquí identificamos con el modelo del PNV). El partido es el corazón del proyecto político. El partido está enraizado en la sociedad –con las casas del pueblo, con los batzoki, con los movimientos sociales (que ayer eran los sindicatos y hoy son más plurales y, por tanto, más difíciles de interlocutar), escuchando permanentemente las quejas de la sociedad y caminando con ella, yendo de los territorios a la dirección y de la dirección a los territorios-.
El partido es el que delibera el rumbo de la formación en un debate permanente de abajo arriba y de arriba a abajo. No confía en la brillantez del dirigente, sino que apuesta por la brillantez de la dirigencia, entendiendo que son los órganos colegiados los que deciden (como ocurrió durante la moción de censura, cuando Aitor Esteban, el diputado del PNV, no decidió el signo del voto en la moción de censura de Rajoy sino que tuvo que esperar la decisión de su Ejecutiva).
Podemos como nave nodriza en un Frente Amplio.
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En este nueva etapa, Podemos tiene que dejar de hablar de Podemos, de los ataques, de lo mal que la tratan, del daño que quieren hacerle. Vale. Ya se sabe. No hay que olvidarlo, pero se entra en otra etapa. Podemos ha sido la frescura, la irreverencia, la alegría. Porque estaba segura de sí misma. Por eso, también, siempre ha sido generosa. Son rasgos que marcaron sus inicios y que ahora puede reconstruir. No hay en todo el ámbito occidental ninguna fuerza política en la izquierda transformadora con la misma fuerza institucional y social que Podemos. Razón de más para empezar con muchas ganas la nueva etapa.
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Podemos necesita ir hacia el modelo exitoso en los años 70 en Alemania (que aquí identificamos con el modelo del PNV). El partido es el corazón del proyecto político. El partido está enraizado en la sociedad –con las casas del pueblo, con los batzoki, con los movimientos sociales (que ayer eran los sindicatos y hoy son más plurales y, por tanto, más difíciles de interlocutar), escuchando permanentemente las quejas de la sociedad y caminando con ella, yendo de los territorios a la dirección y de la dirección a los territorios-.
El partido es el que delibera el rumbo de la formación en un debate permanente de abajo arriba y de arriba a abajo. No confía en la brillantez del dirigente, sino que apuesta por la brillantez de la dirigencia, entendiendo que son los órganos colegiados los que deciden (como ocurrió durante la moción de censura, cuando Aitor Esteban, el diputado del PNV, no decidió el signo del voto en la moción de censura de Rajoy sino que tuvo que esperar la decisión de su Ejecutiva).
Podemos como nave nodriza en un Frente Amplio.
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En este nueva etapa, Podemos tiene que dejar de hablar de Podemos, de los ataques, de lo mal que la tratan, del daño que quieren hacerle. Vale. Ya se sabe. No hay que olvidarlo, pero se entra en otra etapa. Podemos ha sido la frescura, la irreverencia, la alegría. Porque estaba segura de sí misma. Por eso, también, siempre ha sido generosa. Son rasgos que marcaron sus inicios y que ahora puede reconstruir. No hay en todo el ámbito occidental ninguna fuerza política en la izquierda transformadora con la misma fuerza institucional y social que Podemos. Razón de más para empezar con muchas ganas la nueva etapa.